miércoles, 12 de septiembre de 2007

A pesar de todo, puedo decir que si “le tomé cariño” a esta nueva forma de transporte, y cómo no “tomarle cariño” si entre los apretujones, manotazos y hasta agarrones, se siente ese calor humano, que nos hace sentirnos vivos. La mano de un niñito en mi cara y uno que otro “lanza” mirando detalladamente qué cosa de valor podría ser hurtada, me hace mantenerme atenta, alerta a cualquier situación. Me siento viva al oler el sudor de quien está a mi lado. Debo repasar éste monólogo interior cada vez que me enfrento a una micro Transantiago.

No hay comentarios: